Título: La dama de las camelias
Autor: Alexandre Dumas (hijo)
Traductora: Noemi Sobregués Arias
Editorial y año: Debolsillo, 2012 (1848)
La dama de las camelias es una de las novelas más populares de
todos los tiempos. Adaptada al teatro y al cine innumerables veces,
inspiró incluso una de las óperas más celebradas del XIX: La Traviata,
de Giuseppe Verdi. La obra cuenta la imposible historia de amor entre
Armand Duval, un apuesto joven de alta alcurnia, y Marguerite Gautier,
una bella y angelical cortesana. Juntos tratan de desafiar las rígidas
convenciones sociales de su tiempo, entre el esplendor y la hipocresía
del París de 1840.
Una de las mayores razones que me lleva a la lectura de grandes clásicos de la literatura es la posibilidad de adentrarme en retratos de la sociedad del momento. Viajar en el tiempo supone un ejercicio enriquecedor, y más aún cuando quien nos guía es un autor que vivió en la época que retrata, por lo que la verosimilitud con la realidad está bastante asegurada. Alexandre Dumas, el escritor que ha logrado pasar a los anales de la literatura junto a su padre, nos invita a conocer, en La dama de las camelias, un amor imposible que encuentra muy firmes obstáculos en las gentes de bien. Una relación tan mítica ya como arrebatadora y pasional que ha sabido emocionarme.
Marguerite Gautier es una entretenida, nombre que reciben las mujeres mantenidas por amantes que les sufragan todos los gastos. Conocida, querida u odiada por la sociedad, la cortesana despierta el amor de Armand Duval, un joven cuya riqueza, nada desdeñable, parece no bastar para sostener el alto nivel de vida de Marguerite. Es entonces cuando empieza la batalla contra sus contemporáneos para hacer valer su amor e intentar llevarlo a buen puerto, más allá de las dificultades económicas que los esperan en el futuro y la oposición de sus allegados.
El mundo de la ópera siempre me ha llamado la atención por la fuerza de la música y el poderío vocal de sopranos y tenores. Una de las obras más célebres es La Traviata, cuyo autor, Giuseppe Verdi, se inspiró en una representación teatral de La dama de las camelias, de Alexandre Dumas (hijo). Una vez leída la novela, son evidentes los motivos que llevaron al compositor italiano a elegir la vida de Marguerite -Violetta en la ópera- para dar forma al melodrama. La historia emana un magnetismo difícil de lograr, a través de una historia de amor cautivadora e inolvidable. Los sentimientos de la joven y de Armand están descritos con una maestría envidiable y el lector no tiene más remedio que dejarse envolver por la magnitud de esas emociones y participar de ellas.
La trágica relación entre los dos protagonistas eclipsa el resto de elementos que componen el libro, pero aun así me gustaría explayarme con un ingrediente que me ha atrapado irremediablemente. Como ya he apuntado antes, el autor nos permite ver la sociedad del momento a través de sus ojos y nos transporta a un París hipócrita y rencoroso. Sí, el hecho de que un joven de posibles mantenga a una amante, o a más de una, está bien visto, pero ¡ay de la pobre mujer! Las entretenidas contaban con tal mala fama que al asistir al relato de la vida de Marguerite uno no puede sino indignarse por la falsedad que reinaba a mediados del siglo XIX en Francia. El escenario ideal sería aquel en el que para ser testigos de esa hipocresía uno tuviera que leer un gran clásico o una novela histórica; hoy en día, sin embargo, son numerosos los casos en que presenciamos esas injusticias. ¿Aprenderemos alguna vez de nuestros errores?
Si en Alexandre Dumas padre alabé la riqueza de los personajes y la destreza con que nos presentaba las aventuras de estos, de Alexandre Dumas hijo quiero destacar la sensibilidad con que nos relata una historia de amor absolutamente sobrecogedora. La narración de La dama de las camelias está colmada de tal delicadeza que la lectura resulta deliciosa. Gracias a esta novela han renacido en mí las ganas de profundizar en la ópera; ahora he resuelto una de las dudas que me acuciaba: ya sé de qué representación me gustaría disfrutar al iniciarme en uno de los grandes géneros teatrales.