Título: El inventor de historias
Autora: Marta Rivera de la Cruz
Editorial y año: Planeta, 2007
Cuando Linus Daff tuvo que idear una excusa creíble para salvar a
un amigo de las iras de su esposa, descubrió que tenía un don especial
al que dedicaría el resto de su vida: inventar historias. Hasta él
acudieron gentes de las más distintas clases sociales, víctimas de las
encorsetadas normas del Londres victoriano, con un mismo fin, recomponer
un pasado, montar una nueva vida o adecentar una oscura fortuna. Su
gran imaginación, unida a un innato conocimiento de los comportamientos
humanos le facilitaron prestigio, fama y dinero. En Cuba inventará su
última y más importante historia, la de su nueva vida.
Corría el año 2007 cuando una novela de una autora para mí desconocida llamó mi atención desde el escaparate de una modesta librería de barrio. Siete años han transcurrido desde entonces sin que mi interés por aquel libro haya disminuido un ápice. Si bien en su día disfruté de En tiempo de prodigios, es El inventor de historias el culpable de que el nombre de Marta Rivera de la Cruz no sea ajeno a mí. Tras dar por terminada una lectura tan esperada, puedo afirmar que se trata de una de las novelas más especiales que he llegado a leer. La originalidad es su seña de identidad y la garantía de que cualquier lector apreciará el valor de esta fantástica historia.
La mentira es todo un arte para el cual no todo el mundo está capacitado. Bien lo sabe Linus Daff, un joven galés que descubre, asombrado, que la desbordante imaginación de que hace gala se convierte en su oficio. Famoso ya como un célebre inventor de historias, Linus Daff ayuda a un sinfín de personas a olvidar el pasado y crear uno nuevo. Cuando un encargo muy especial lo lleva a La Habana, poco se imagina que en la capital cubana conocerá a personas muy singulares que lo conducirán a un futuro diferente del que espera. Será entonces cuando el inventor de historias se abandonará a la empresa más difícil que jamás haya llevado a cabo: ser el propio protagonista de una de sus ingeniosas invenciones.
Creo que nadie puede negar el grado de novedad y atractivo que acompaña este libro. El inventor de historias es una maravillosa novela que sabe centrarse en la mayor baza que contiene: su propio personaje principal y la curiosa habilidad de este al hilar historias inventadas. Una trama a priori carente de acción y repleta de anécdotas cuya lectura resulta verdaderamente original y placentera. Me quito el sombrero ante el inabarcable torrente imaginativo de Marta Rivera de la Cruz. La autora ha trazado con absoluta maestría un extenso número de historias que se dan la mano en la novela al salir todas de la mente del protagonista. Odiseas personales increíbles y brillantes que ven su origen en unas musas que gozan de eterna inspiración. Dada la ya vasta y exitosa carrera de la escritora, me alegro de que las musas sigan a su lado.
La prosa que nos hace partícipes de tan rocambolescas aventuras abarca una riqueza léxica que ya querrían para sí autores con varias décadas de publicaciones a la espalda. Con un lenguaje arrobador y espléndido, la narración presenta el justo equilibrio entre descripciones y diálogos para que uno componga una imagen de los escenarios y, también, del acertadísimo perfil de los personajes. Y es que estos dan vida a sus vidas —valga la redundancia— gracias a la fuerza que irradian y al cariño que despiertan en el lector, quien sentirá profundamente el momento de despedirse de ellos. La guinda del pastel, el detalle que todavía endulza más esta experiencia literaria, se encuentra en la nota final, donde la autora cuenta que la novela había visto la luz hace años con otro título y otra editorial. En un rarísimo caso de segundas oportunidades, Planeta la rescató del olvido, algo que también yo agradezco de corazón.
Saldada ya la deuda con mi yo lector de hace siete años, no puedo sino enorgullecerme del criterio que en su día me hizo fijarme en El inventor de historias, una novela que muy pacientemente ha esperado su turno en mi estantería. Es la segunda ocasión en que Marta Rivera de la Cruz me convence y sabe sacar lo mejor de mí como lector. Estoy convencido de que pasará mucho tiempo y yo aún seré capaz de recordar algunas de las creaciones de Linus Daff. Os invito a conocer a un protagonista diferente y una novela que de ninguna manera os decepcionará. Me apuesto todo mi pasado; si lo pierdo, ya sé quién lo construirá, o lo reescribirá, para mí.