Título: Ensayo sobre la ceguera
Autor: José Saramago
Traductora: Pilar del Río
Editorial y año: Punto de Lectura, 2010 (1995)
Un hombre parado ante un semáforo en rojo se queda ciego súbitamente. Es el primer caso de una «ceguera blanca» que se expande de manera fulminante. Internados en cuarentena o perdidos en la ciudad, los ciegos tendrán que enfrentarse con lo que existe de más primitivo en la naturaleza humana: la voluntad de sobrevivir a cualquier precio.
Hace unos años una buena amiga me recomendó y prestó Ensayo sobre la ceguera, una de las novelas que más le habían marcado. Como me fiaba de ella y sus argumentos me parecieron interesantes, me sumergí en la lectura de la novela de José Saramago con cierto temor, tanto por el estilo tan característico del autor Nobel como por la crudeza de la situación que describe en el libro. Después de leerlo no puedo sino recomendarlo, haciendo hincapié, eso sí, en la dureza de la trama, quizá no apta para todo el mundo. Los que sean aprensivos como yo hallarán pasajes verdaderamente desoladores y descorazonadores, pero sin duda ese es el efecto que busca el autor: contar una epidemia sorprendente y desgarradora para remover la conciencia del lector.
Un hombre pasea en su ciudad, una ciudad desconocida que podría ser cualquiera, y ante un semáforo se queda ciego de repente. Poco a poco todos los habitantes se contagian y el municipio entera queda sumido en una ceguera repentina. El gobierno dispone de unas instalaciones para acoger a los ciegos y alejarlos del resto del país, aunque algunos permanecen vagando por las calles, presos de la desesperación más absoluta. Cuando el ser humano se enfrenta a un problema de ese calibre, surge su verdadera naturaleza: la envidia, la rabia y la necesidad de sobrevivir aun a costa de los demás.
A nadie le escapa el tono claramente amargo que impregna Ensayo sobre la ceguera. Tal vez sea eso, precisamente, lo que consiga horrorizar al lector: si de verdad sucediera lo que cuenta la novela, estoy convencido de que todo ocurriría como esta lo narra; son tan ciertas las reflexiones y las situaciones que aparecen entre sus páginas que uno no puede sino estremecerse ante la esencia misma del hombre. También hay lugar para el optimismo, por supuesto, y para las acciones altruistas y generosas, pero son minoría. José Saramago construyó una trama realista y horrible que pone el dedo en la llaga y que describe una sociedad como la actual que debe hacer frente a una epidemia de ceguera cuyo origen nadie conoce.
Además del halo descarnado, sorprende el estilo del autor. Una narración desprovista de la puntuación propia de los diálogos que parece surgir de forma atropellada pero que está magníficamente estudiada y compuesta. Si bien al principio cuesta habituarse, al poco resulta una prosa bella y acertada. De esta forma el lector no es capaz de adelantarse a las descripciones y, sin querer, echar una mirada a las conversaciones que hay más adelante. Dado que no está puntuado como es habitual, los diálogos brotan sin que uno tenga la posibilidad de haberlos previsto. Es, creo yo, una forma más de mostrar el caos que protagoniza la trama. Por último, cabe mencionar el brillante final que el autor nos regala, un cierre magnífico e insuperable.
Me atrevo a afirmar que Ensayo sobre la ceguera es un libro que todo lector debería leer por lo menos una vez, aunque no sea una lectura fácil, sencilla ni agradable. José Saramago nos empuja a darnos de bruces con la realidad a través de un mensaje que clama a los cuatro vientos la necesidad que tenemos de ayudarnos unos a otros y de intentar remar en la misma dirección si la situación insostenible que vivimos así lo requiere. Una interpretación de rabiosa actualidad que podrían aplicarse para sí los corruptos, los hipócritas y, valga la redundancia, los políticos. Siempre llega un momento en que uno necesita ayuda, opinión o apoyo, y será entonces cuando los que no lo merecen se verán solos; merecidamente solos y ciegos.