Título: 28 días
Autor: David Safier
Traductora: María José Díez Pérez
Traductora: María José Díez Pérez
Editorial y año: Seix Barral, 2014
Varsovia 1943: Mira, una chica de 16 años, sobrevive como puede en el gueto de Varsovia dedicándose al contrabando de alimentos. Su único objetivo es proteger a su hermana pequeña, Hannah. Cuando empiezan a deportar a los habitantes del gueto a los campos de concentración, Mira se une a la Resistencia. Juntos consiguen hacer frente a las SS mucho más tiempo de lo imaginado. 28 días. 28 días en los que Mira experimentará la traición, el sufrimiento y la felicidad.
Un escritor, cuando encuentra un filón, una fórmula exitosa con la que ha cautivado a numerosos lectores, difícilmente se apartará de la senda trazada; las posibilidades de fracaso son demasiado elevadas. David Safier, el hilarante autor alemán con el que millones de personas han reído a carcajadas, se aleja de su zona de comodidad en su última novela y deja a un lado el humor para retratar la vida de los judíos en el gueto de Varsovia, en plena Segunda Guerra Mundial. 28 días es una apuesta arriesgada y valiente que se alza como mi mejor lectura en lo que va de año, una novela brillante y espléndida que conmueve y enamora. Y conquistarme a mí con un período histórico que me repele tanto no es tarea fácil.
Mira es una joven judía de dieciséis años que vive en el gueto de Varsovia con su madre y su hermana Hannah. En 1943, la situación de los judíos en las áreas de dominio alemán es dura y su supervivencia se ve amenazada, cada vez más férreamente, por el odio que sienten los nazis para con ellos. Cuando el ambiente en el gueto se vuelve insoportable y los habitantes toman consciencia de que lo más probable es que no salgan de ahí con vida, Mira entra en contacto con la resistencia judía, una organización clandestina que pretende utilizar la desesperación como arma arrojadiza para plantar cara a los alemanes, quienes día tras día mandan gente a los campos de concentración o a las cámaras de gas. Comienzan entonces veintiocho días de lucha, de enfrentamiento encarnizado cuyo premio no es sino la posibilidad de vivir un nuevo día.
Si en las tramas alocadas e ingeniosas de Maldito karma, Jesús me quiere o ¡Muuu! David Safier echa mano de una gran originalidad y una narración llena de gracia y simpatía, en 28 días destaca, ante todo, la extrema sensibilidad con que está descrita la historia y construidos los personajes. Mira, la protagonista indiscutible, irradia un aura de carisma y magia que recuerda a Liesel, de La ladrona de libros. El lector empatiza con ella desde la primera página y comparte la desolación y el miedo que siente la muchacha hacia su incierto futuro. Un terror que aumenta y horroriza con cada nueva brutalidad que no dudan en llevar a cabo los nazis, para lograr tanto el sufrimiento ajeno como el deleite propio. A nadie le extrañará encontrar, en un libro como este, pasajes espantosos hasta decir basta que encogen el corazón y emocionan hasta las lágrimas. Es la primera vez que este autor me hace llorar, y no precisamente de la risa.
Por otro lado, en la prosa ágil y magnética sí he reconocido la huella de Safier, quien sabe cómo atraer la atención de los lectores y lanzar dardos directos y sentidos que se clavarán en las almas de aquellos. Además, la recreación de la atmósfera que debió de reinar en el gueto de Varsovia durante los meses más complicados está tan lograda que uno se ve a sí mismo rodeado de soldados alemanes sin escrúpulos que ya no necesitan excusa ni justificación algunas para actuar como les viene en gana. Quizá el ingrediente que más me ha impactado sean las distintas historias de amor que pueblan la novela. Y no me refiero solo a las que protagoniza Mira con un joven amable y tierno y con otro chico con sed de venganza, sino también a la gama de los sentimientos de amor que anida en el ser humano: amor a uno mismo, a la familia, a la libertad y, el más importante tal vez, a la vida.
Creo que fue Javier Reverte quien dijo, al filo de publicar El tiempo de los héroes, que un autor siente casi la obligación de recurrir a una tragedia o guerra vivida en su país, tanto por justicia como por homenaje históricos. Todos sabemos cuál es el episodio más oscuro y cruel del siglo XX y no me sorprende que un escritor de éxito como David Safier haya querido echar la vista atrás para recordar a sus antepasados. 28 días es la confirmación de que el talento no entiende de géneros y de que la auténtica maestría no está al servicio de un tipo de historias. Después de la maravilla que he encontrado, sin esperarla, en este libro, estoy convencido de que el autor alemán saldría bien parado si se atreviera a escribir una novela negra. O hasta una erótica. Donde hay una destreza literaria de este calibre que se quiten todas las etiquetas del mundo.
Mira es una joven judía de dieciséis años que vive en el gueto de Varsovia con su madre y su hermana Hannah. En 1943, la situación de los judíos en las áreas de dominio alemán es dura y su supervivencia se ve amenazada, cada vez más férreamente, por el odio que sienten los nazis para con ellos. Cuando el ambiente en el gueto se vuelve insoportable y los habitantes toman consciencia de que lo más probable es que no salgan de ahí con vida, Mira entra en contacto con la resistencia judía, una organización clandestina que pretende utilizar la desesperación como arma arrojadiza para plantar cara a los alemanes, quienes día tras día mandan gente a los campos de concentración o a las cámaras de gas. Comienzan entonces veintiocho días de lucha, de enfrentamiento encarnizado cuyo premio no es sino la posibilidad de vivir un nuevo día.
Si en las tramas alocadas e ingeniosas de Maldito karma, Jesús me quiere o ¡Muuu! David Safier echa mano de una gran originalidad y una narración llena de gracia y simpatía, en 28 días destaca, ante todo, la extrema sensibilidad con que está descrita la historia y construidos los personajes. Mira, la protagonista indiscutible, irradia un aura de carisma y magia que recuerda a Liesel, de La ladrona de libros. El lector empatiza con ella desde la primera página y comparte la desolación y el miedo que siente la muchacha hacia su incierto futuro. Un terror que aumenta y horroriza con cada nueva brutalidad que no dudan en llevar a cabo los nazis, para lograr tanto el sufrimiento ajeno como el deleite propio. A nadie le extrañará encontrar, en un libro como este, pasajes espantosos hasta decir basta que encogen el corazón y emocionan hasta las lágrimas. Es la primera vez que este autor me hace llorar, y no precisamente de la risa.
Por otro lado, en la prosa ágil y magnética sí he reconocido la huella de Safier, quien sabe cómo atraer la atención de los lectores y lanzar dardos directos y sentidos que se clavarán en las almas de aquellos. Además, la recreación de la atmósfera que debió de reinar en el gueto de Varsovia durante los meses más complicados está tan lograda que uno se ve a sí mismo rodeado de soldados alemanes sin escrúpulos que ya no necesitan excusa ni justificación algunas para actuar como les viene en gana. Quizá el ingrediente que más me ha impactado sean las distintas historias de amor que pueblan la novela. Y no me refiero solo a las que protagoniza Mira con un joven amable y tierno y con otro chico con sed de venganza, sino también a la gama de los sentimientos de amor que anida en el ser humano: amor a uno mismo, a la familia, a la libertad y, el más importante tal vez, a la vida.
Creo que fue Javier Reverte quien dijo, al filo de publicar El tiempo de los héroes, que un autor siente casi la obligación de recurrir a una tragedia o guerra vivida en su país, tanto por justicia como por homenaje históricos. Todos sabemos cuál es el episodio más oscuro y cruel del siglo XX y no me sorprende que un escritor de éxito como David Safier haya querido echar la vista atrás para recordar a sus antepasados. 28 días es la confirmación de que el talento no entiende de géneros y de que la auténtica maestría no está al servicio de un tipo de historias. Después de la maravilla que he encontrado, sin esperarla, en este libro, estoy convencido de que el autor alemán saldría bien parado si se atreviera a escribir una novela negra. O hasta una erótica. Donde hay una destreza literaria de este calibre que se quiten todas las etiquetas del mundo.